La marcha del 8 de marzo de 2020, Día Internacional de la Mujer, fue histórica, más de 80 mil mujeres y niñas (y algunos hombres) salimos a las calles porque estamos CANSADAS de los discursos ignorantes que minimizan la violencia de género en México (y en el mundo), CANSADAS del acoso sexual en todas partes, de las violaciones y la impunidad, CANSADAS de vivir en un México feminicida, CANSADAS de ceder, de que sea un crimen decidir sobre nuestro cuerpo, CANSADAS de la nueva misoginia, el neomachismo y los micromachismos, CANSADAS de la imposición de estereotipos de belleza, de la brecha de género, CANSADAS de que no nos crean, CANSADAS de la falta de compromisos reales por parte de las autoridades, CANSADAS de ser invisibles.
Al principio sentimos miedo por las amenazas que algunos hombres hicieron en redes sociales de aventar ácido durante la marcha; por los hombres policías vestidos de civiles; por los grupos violentos de hombres encapuchados infiltrados en la marcha queriendo sabotear nuestro movimiento, un hijo sano del patriarcado con el discurso de Not All Men, cantaba burlonamente: “yo no te violé, fue tu papá o tu tío, pero yo no fui”. Otros sufrían desconsoladamente cuando quemamos, rompimos vidrios y pintamos monumentos, pisos y paredes –PORQUE FUIMOS TODAS–, levantaban los brazos y estaban horrorizados pues no podían creer que fuéramos tan malas, “miren lo que hicieron, esas no son formas”, decían.
¿Cuáles son “las formas” para que nos crean y hagan caso en este México feminicida en el que, con permiso del Estado, diario violan, torturan, asesinan y meten en una bolsa de basura a 10 niñas, adolescentes o mujeres; en el que sus asesinos salen libres por “falta de pruebas”; en el que los policías no nos cuidan, nos violan; en el que los medios de comunicación prefieren condenar a las mujeres por putas, por violentas, por mentirosas y las autoridades eligen borrar inmediatamente las pintas de los monumentos y limpiar el agua roja de las fuentes, en lugar de asumir su responsabilidad y hacer lo que les corresponde?
¿Qué necesitamos hacer las mujeres para que esta sociedad androcéntrica, machista, misógina, racista, clasista, olvidadiza y anestesiada, deje de normalizar la violencia de género, de culparnos y de creer que las mujeres somos inferiores? Lo hemos intentado todo. ¿Qué proponen que sí funcione?
Es muy fácil criticar y juzgar desde los privilegios, pero a la hora de solucionar, solo hay silencio, nadie responde.
ELLAS SÍ.
Antes pensaba que solo las personas que te conocen y que te quieren, son las que te creen y te apoyan, el domingo entendí que no, porque escuché a más de 80 mil mujeres desconocidas gritar desde el fondo de su corazón “¡YO SÍ TE CREO!” Porque nosotras lo sabemos, todas lo hemos vivido, hemos llorado, sufrido, lo hemos perdido todo y seguimos de pie, porque somos guerreras y brillamos, porque las cicatrices que tenemos son un recordatorio de nuestra fortaleza, porque somos sobrevivientes y no necesitamos mil pruebas y explicaciones para demostrar que nuestra palabra vale y que decimos la verdad.
Ayer antes de la marcha mi mamá nos dijo a mis hermanas y a mi: “Hijitas, estoy con ustedes, cuando es hora de un CAMBIO, el universo las va a INCOMODAR de tal manera que no tengan más opción, confíen en el proceso”.
Para muchas mujeres, esta fue su primera marcha, asistieron porque son consientes de la desigualdad y violencia de género, se pusieron las “gafas violeta” pues decidieron que era el momento de ver el mundo desde una perspectiva diferente: la del feminismo.
Hoy comprendemos que la lucha no es solo de unas cuantas, sino de todas y para lograr un cambio, debemos estar juntas y ser constantes, marchar unidas, apoyar de cualquier forma SIEMPRE, no solo una vez al año.
El domingo vivimos un momento clave en la historia del feminismo en México, porque fue el día en que SALIMOS UNIDAS A EXIGIR NUESTROS DERECHOS, se respiraba gas pimienta mezclado con sororidad, todas éramos una. Sabemos que nunca más vamos a callar porque ya no tenemos miedo, porque nosotras nos cuidamos, porque juntas somos más fuertes y aunque pongan vallas para que no pasemos, las vamos a tirar, como al patriarcado.
SABEMOS QUE SOMOS INCÓMODAS, es hora de cambiar.
La marcha del 8 de marzo de 2020, Día Internacional de la Mujer, fue histórica, más de 80 mil mujeres y niñas (y algunos hombres) salimos a las calles porque estamos CANSADAS de los discursos ignorantes que minimizan la violencia de género en México (y en el mundo), CANSADAS del acoso sexual en todas partes, de las violaciones y la impunidad, CANSADAS de vivir en un México feminicida, CANSADAS de ceder, de que sea un crimen decidir sobre nuestro cuerpo, CANSADAS de la nueva misoginia, el neomachismo y los micromachismos, CANSADAS de la imposición de estereotipos de belleza, de la brecha de género, CANSADAS de que no nos crean, CANSADAS de la falta de compromisos reales por parte de las autoridades, CANSADAS de ser invisibles.
Al principio sentimos miedo por las amenazas que algunos hombres hicieron en redes sociales de aventar ácido durante la marcha; por los hombres policías vestidos de civiles; por los grupos violentos de hombres encapuchados infiltrados en la marcha queriendo sabotear nuestro movimiento, un hijo sano del patriarcado con el discurso de Not All Men, cantaba burlonamente: “yo no te violé, fue tu papá o tu tío, pero yo no fui”. Otros sufrían desconsoladamente cuando quemamos, rompimos vidrios y pintamos monumentos, pisos y paredes –PORQUE FUIMOS TODAS–, levantaban los brazos y estaban horrorizados pues no podían creer que fuéramos tan malas, “miren lo que hicieron, esas no son formas”, decían.
¿Cuáles son “las formas” para que nos crean y hagan caso en este México feminicida en el que, con permiso del Estado, diario violan, torturan, asesinan y meten en una bolsa de basura a 10 niñas, adolescentes o mujeres; en el que sus asesinos salen libres por “falta de pruebas”; en el que los policías no nos cuidan, nos violan; en el que los medios de comunicación prefieren condenar a las mujeres por putas, por violentas, por mentirosas y las autoridades eligen borrar inmediatamente las pintas de los monumentos y limpiar el agua roja de las fuentes, en lugar de asumir su responsabilidad y hacer lo que les corresponde?
¿Qué necesitamos hacer las mujeres para que esta sociedad androcéntrica, machista, misógina, racista, clasista, olvidadiza y anestesiada, deje de normalizar la violencia de género, de culparnos y de creer que las mujeres somos inferiores? Lo hemos intentado todo. ¿Qué proponen que sí funcione?
Es muy fácil criticar y juzgar desde los privilegios, pero a la hora de solucionar, solo hay silencio, nadie responde.
ELLAS SÍ.
Antes pensaba que solo las personas que te conocen y que te quieren, son las que te creen y te apoyan, el domingo entendí que no, porque escuché a más de 80 mil mujeres desconocidas gritar desde el fondo de su corazón “¡YO SÍ TE CREO!” Porque nosotras lo sabemos, todas lo hemos vivido, hemos llorado, sufrido, lo hemos perdido todo y seguimos de pie, porque somos guerreras y brillamos, porque las cicatrices que tenemos son un recordatorio de nuestra fortaleza, porque somos sobrevivientes y no necesitamos mil pruebas y explicaciones para demostrar que nuestra palabra vale y que decimos la verdad.
Ayer antes de la marcha mi mamá nos dijo a mis hermanas y a mi: “Hijitas, estoy con ustedes, cuando es hora de un CAMBIO, el universo las va a INCOMODAR de tal manera que no tengan más opción, confíen en el proceso”.
Para muchas mujeres, esta fue su primera marcha, asistieron porque son consientes de la desigualdad y violencia de género, se pusieron las “gafas violeta” pues decidieron que era el momento de ver el mundo desde una perspectiva diferente: la del feminismo.
Hoy comprendemos que la lucha no es solo de unas cuantas, sino de todas y para lograr un cambio, debemos estar juntas y ser constantes, marchar unidas, apoyar de cualquier forma SIEMPRE, no solo una vez al año.
El domingo vivimos un momento clave en la historia del feminismo en México, porque fue el día en que SALIMOS UNIDAS A EXIGIR NUESTROS DERECHOS, se respiraba gas pimienta mezclado con sororidad, todas éramos una. Sabemos que nunca más vamos a callar porque ya no tenemos miedo, porque nosotras nos cuidamos, porque juntas somos más fuertes y aunque pongan vallas para que no pasemos, las vamos a tirar, como al patriarcado.
SABEMOS QUE SOMOS INCÓMODAS, es hora de cambiar.